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poesía, no fue captado por ningún escritor jónico o eolio.
En cambio, la esfera de la intimidad personal del hombre, completamente (118)
alejada de la vida política, abre a la poesía un nuevo mundo de experiencias, cuyas
profundidades explora ávidamente. En este mundo nos introduce la poesía elegiaca y
yámbica de los jonios y la lírica eólica La dinámica de la voluntad individual de vivir,
cuya manifestación podemos perseguir, de un modo indirecto, en las
transformaciones del estado, por la acción de aquélla en la vida de la comunidad, se
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nos revela aquí mediante la expresión de sus movimientos en la intimidad inmediata.
Sin la percepción de esta experiencia espiritual nos faltaría lo más esencial para llegar
a la comprensión de las transformaciones políticas. Las conexiones causales entre lo
espiritual y lo material permanecen en la mayor oscuridad por la falta completa de
tradición alguna relativa a las condiciones económicas de la época. Pero, para la
historia de la educación, nos importa más la forma espiritual a que llegó el hombre de
la nueva edad y la huella que, mediante ella, imprimió en la evolución posterior. Y
esta huella del espíritu jónico es de la mayor importancia para la historia de los
griegos y de la humanidad. Los poetas expresan por primera vez, en nombre propio,
sus propios sentimientos y opiniones. La existencia en común permanece, para ellos,
totalmente en segundo término. Incluso cuando se refieren a la política, lo cual ocurre
con frecuencia, no pretenden dictar normas universales e imperativas, como Hesíodo,
Calinos, Tirteo y Solón, sino expresar su pasión personal partidista, como Alceo, o
reclamar sus derechos individuales, como Arquíloco. Incluso los animales, en las
querellas de las fábulas, reclaman recíprocamente "sus derechos", en humorística
imitación de las relaciones humanas. Sin embargo, la abierta expresión de las ideas
propias del poeta presupone siempre la polis y su estructura social. El individuo
descansa en la ciudad, en su sujeción y en su libertad, lo mismo cuando esta relación
permanece sin ser expresada que cuando se dirige expresamente a sus conciudadanos
mediante su opinión personal, como ocurre en Arquíloco.
Es altamente significativo que el género de individualidad que por primera vez se
manifiesta en estas poesías, con asombrosa independencia, no se exprese, a la manera
moderna, como la simple experiencia de la sensibilidad del yo, íntimamente intuida
en relación con su dependencia e independencia del mundo, como un puro
desbordamiento sentimental. Este tipo moderno de individualidad poética no es sino
una vuelta a las formas primitivas y naturales del arte, a la simple exteriorización
ingenua de los sentimientos individuales, tal como lo hallamos en los hombres de las
más distintas épocas y razas y de un modo evidente ya en los primeros estadios de la
cultura. Nada más insensato que pensar que los griegos hayan traído por primera vez
al mundo el sentimiento y el pensamiento individual. Por el contrario, este tipo de
pensamiento y de sensibilidad llena, casi exclusivamente, el mundo entero. Tampoco
fueron los únicos ni los primeros en dar forma artística a esta individualidad, que
(119) se muestra de un modo tan impresionante en la lírica china, tan profundamente
emparentada con la moderna. Precisamente ello nos permite percibir su diferencia
esencial de la primitiva individualidad griega.
El pensamiento y el sentimiento del poeta griego permanecen siempre, aun dentro
de la esfera del yo nuevamente descubierta, sometidos, en algún modo, a una norma y
a un deber ser. Lo explicaremos con más detalle y rigor. No es fácil para nosotros,
desde largo tiempo impregnados de aquella idea, concebir, de un modo claro y
preciso, qué entendieron por individualidad Arquíloco y otros poetas de su género.
No es ciertamente el sentimiento cristiano y moderno del yo, del alma individual
consciente de su íntimo y propio valer. El yo se halla, para los griegos, en íntima y
viva conexión con la totalidad del mundo circundante, con la naturaleza y con la
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sociedad humana; no separado y aislado. Las manifestaciones de la individualidad no
son nunca exclusivamente subjetivas. Podríamos decir, más bien, que en una poesía
como la de Arquíloco el yo individual trata de expresar y representar en sí la totalidad
del mundo objetivo y sus leyes. El individuo griego alcanza su libertad y la amplitud
de movimientos de su conciencia, no mediante el simple desbordamiento de la
subjetividad, sino mediante su propia objetivación espiritual. Y en la medida en que
se contrapone a un mundo exterior, regido por leyes propias, descubre sus propias
leyes internas.
Explicaremos este fenómeno, cuya importancia para la historia de las formas del [ Pobierz całość w formacie PDF ]
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poesía, no fue captado por ningún escritor jónico o eolio.
En cambio, la esfera de la intimidad personal del hombre, completamente (118)
alejada de la vida política, abre a la poesía un nuevo mundo de experiencias, cuyas
profundidades explora ávidamente. En este mundo nos introduce la poesía elegiaca y
yámbica de los jonios y la lírica eólica La dinámica de la voluntad individual de vivir,
cuya manifestación podemos perseguir, de un modo indirecto, en las
transformaciones del estado, por la acción de aquélla en la vida de la comunidad, se
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nos revela aquí mediante la expresión de sus movimientos en la intimidad inmediata.
Sin la percepción de esta experiencia espiritual nos faltaría lo más esencial para llegar
a la comprensión de las transformaciones políticas. Las conexiones causales entre lo
espiritual y lo material permanecen en la mayor oscuridad por la falta completa de
tradición alguna relativa a las condiciones económicas de la época. Pero, para la
historia de la educación, nos importa más la forma espiritual a que llegó el hombre de
la nueva edad y la huella que, mediante ella, imprimió en la evolución posterior. Y
esta huella del espíritu jónico es de la mayor importancia para la historia de los
griegos y de la humanidad. Los poetas expresan por primera vez, en nombre propio,
sus propios sentimientos y opiniones. La existencia en común permanece, para ellos,
totalmente en segundo término. Incluso cuando se refieren a la política, lo cual ocurre
con frecuencia, no pretenden dictar normas universales e imperativas, como Hesíodo,
Calinos, Tirteo y Solón, sino expresar su pasión personal partidista, como Alceo, o
reclamar sus derechos individuales, como Arquíloco. Incluso los animales, en las
querellas de las fábulas, reclaman recíprocamente "sus derechos", en humorística
imitación de las relaciones humanas. Sin embargo, la abierta expresión de las ideas
propias del poeta presupone siempre la polis y su estructura social. El individuo
descansa en la ciudad, en su sujeción y en su libertad, lo mismo cuando esta relación
permanece sin ser expresada que cuando se dirige expresamente a sus conciudadanos
mediante su opinión personal, como ocurre en Arquíloco.
Es altamente significativo que el género de individualidad que por primera vez se
manifiesta en estas poesías, con asombrosa independencia, no se exprese, a la manera
moderna, como la simple experiencia de la sensibilidad del yo, íntimamente intuida
en relación con su dependencia e independencia del mundo, como un puro
desbordamiento sentimental. Este tipo moderno de individualidad poética no es sino
una vuelta a las formas primitivas y naturales del arte, a la simple exteriorización
ingenua de los sentimientos individuales, tal como lo hallamos en los hombres de las
más distintas épocas y razas y de un modo evidente ya en los primeros estadios de la
cultura. Nada más insensato que pensar que los griegos hayan traído por primera vez
al mundo el sentimiento y el pensamiento individual. Por el contrario, este tipo de
pensamiento y de sensibilidad llena, casi exclusivamente, el mundo entero. Tampoco
fueron los únicos ni los primeros en dar forma artística a esta individualidad, que
(119) se muestra de un modo tan impresionante en la lírica china, tan profundamente
emparentada con la moderna. Precisamente ello nos permite percibir su diferencia
esencial de la primitiva individualidad griega.
El pensamiento y el sentimiento del poeta griego permanecen siempre, aun dentro
de la esfera del yo nuevamente descubierta, sometidos, en algún modo, a una norma y
a un deber ser. Lo explicaremos con más detalle y rigor. No es fácil para nosotros,
desde largo tiempo impregnados de aquella idea, concebir, de un modo claro y
preciso, qué entendieron por individualidad Arquíloco y otros poetas de su género.
No es ciertamente el sentimiento cristiano y moderno del yo, del alma individual
consciente de su íntimo y propio valer. El yo se halla, para los griegos, en íntima y
viva conexión con la totalidad del mundo circundante, con la naturaleza y con la
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sociedad humana; no separado y aislado. Las manifestaciones de la individualidad no
son nunca exclusivamente subjetivas. Podríamos decir, más bien, que en una poesía
como la de Arquíloco el yo individual trata de expresar y representar en sí la totalidad
del mundo objetivo y sus leyes. El individuo griego alcanza su libertad y la amplitud
de movimientos de su conciencia, no mediante el simple desbordamiento de la
subjetividad, sino mediante su propia objetivación espiritual. Y en la medida en que
se contrapone a un mundo exterior, regido por leyes propias, descubre sus propias
leyes internas.
Explicaremos este fenómeno, cuya importancia para la historia de las formas del [ Pobierz całość w formacie PDF ]